viernes, 28 de noviembre de 2008

San Diego de Alcalá

Nació a finales del siglo XIV en el seno de una familia modesta, en el pequeño pueblo de San Nicolás del Puerto, al norte de la provincia de Sevilla y en plena Sierra Morena. Sus padres, de fe cristiana, le pusieron el nombre de Diego, sinónomo de Santiago, patrón de España.

Desde su más temprana juventud se consagró al Señor como ermitaño en la capilla de San Nicolás de Bari, en San Nicolás del Puerto, y después en la eremitorio de Albaida[3] bajo la dirección espiritual de un sacerdote ermitaño.
San Diego predicando en Roma de Anibal Carricci, fresco sobre muro, h.1604, Museo Nacional de Arte de Cataluña, Barcelona.

Fue un hombre bastante viajero para su tiempo; vivió en Canarias, Roma, Castilla y Andalucía y recorrió numerosos lugares de Córdoba, Sevilla y Cádiz. Durante su peregrinación a Roma pasó por numerosos lugares de España, Francia e Italia. Residió en los conventos de San Francisco de la Arruzafa (Córdoba), Lanzarote, Fuerteventura, Sanlúcar de Barrameda, Santa María de Araceli (Roma) y Santa María de Jesús (Alcalá de Henares), donde falleció en 1463.

Muy poco se sabe de sus primeros años. La más fiable de sus biografías, de la pluma de don Francisco Peña, abogado y promotor en Roma de la causa de su canonización, y que debió, por lo mismo, poseer los mejores datos en torno a la vida de San Diego, así lo reconoce. Don Cristóbal Moreno, traductor en el siglo XVI al castellano de la obra latina de Peña, también hace constar esta insuficiencia de datos sobre su niñez y primeros años. Y hasta la Historia del glorioso San Diego de San Nicolás, escrita por el que fue guardián del convento de Santa María de Jesús, de Alcalá de Henares, donde vivió y murió el Santo, se remite para esta época a las anteriores biografías de Peña y Moreno. La Historia de Rojo, el guardián complutense, aparecida en 1663, sesenta años después de la muerte de Moreno y a un siglo de distancia de la obra latina de Peña, no pudo ampliar con nuevos datos, como parecería lógico por haber vivido en el mismo convento, lo que la bula y anteriores biógrafos nos comunican. Alonso Morgado tampoco nos enriquece el conocimiento de la niñez de Diego con aportaciones que llenen el vacío de sus primeros años.

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