La nueva ley de Libertad Religiosa que tiene ultimada el Ejecutivo tiene dos nombres propios: María Teresa Fernández de la Vega y Francisco Caamaño. Ambos han sido los responsables de elaborar esta normativa que estaba siendo exigida por los sectores más laicistas del Partido Socialista desde la campaña electoral de 2008.
Una vez conocidos los primeros datos, la ley apunta a un acorralamiento de lo católico y el reconocimiento a otras religiones como la musulmana. Laicismo, pero a la carta. Ese es el fin que busca el Gobierno.
De hecho, el anteproyecto está ya aprobado y el Ejecutivo busca sólo el “momento oportuno” para aprobarla en Consejo de Ministros antes del verano y llevarla así al Congreso. El objetivo es recibir en noviembre al Papa en su vista a España con la ley, se prevé que agresiva con los católicos, ya aprobada en las Cortes.
Fuentes del Ejecutivo ya avanzaron que quieren dejar bien claro que esta ley “marcará las líneas del estado laico y el poder que corresponde a los poderes públicos”. Incluso se complace a la izquierda más radical, tanto del grupo socialista como de otras formaciones, y se prevé revisar el Concordato con la Santa Sede que data de 1979, según recogió Efe.
Mientras se apagan las cenizas de la polémica avivada por el Ejecutivo en su guerra contra los crucifijos y ahora se discute sobre el velo islámico en los colegios, se van conociendo algunos detalles sobre la ley y que se traducen en el arrinconamiento del catolicismo.
El ministro de Justicia, Francisco Caamaño, avanzó en la SER ciertos detalles de la nueva ley de Libertad Religiosa que modificará a la actual, que data de 1980. En este sentido, indicó que los crucifijos saldrán de los colegios y de los hospitales públicos porque “en treinta años la sociedad española ha evolucionado muchísimo desde el punto de vista del sentimiento religioso y de su pluralidad”.
El velo islámico, así como la hiyab, no serán prohibidos en lugares públicos. Esto lo tiene claro el Gobierno. Y para justificar sus argumentos el Ejecutivo hace una clara comparación entre velo y crucifijo, en el que se demuestra claramente quien sale perdedor.
"No es lo mismo los símbolos religiosos en los espacios públicos de servicio estatal que los que pueda portar una persona que compadece en un espacio publico". Blanco y en botella para Caamaño, que, sin embargo, aboga por “una convivencia dentro de la proporcionalidad” y por el sentido común. Además, en la defensa de su argumento dijo que "todo el mundo entiende que no es lo mismo un burka que un velo".
Los funerales de Estado también serán modificados para “integrar varios ritos o establecer un protocolo civil de actos de Estado”. Mientras tanto, el Ejecutivo también está elaborando “mapas de lugares de culto” para conocer el peso de las distintas religiones en las regiones españolas. A esto se unirá un “manual de buenas prácticas” destinado a conocer y comprender los hábitos de las religiones que no sean la católica.
Att: Andrea Tejado Pacheco
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